domingo, 29 de julio de 2018

Hasta que la muerte nos separe

Realmente, te das cuenta de que has nacido para servir a una mujer, cuando practicas esta modalidad de pareja, llamada femdom y sabes que nunca más tendrías otro tipo de relación que no sea esa. De lo único que me arrepiento es de no haberme atrevido antes a declararme sumiso ante mi mujer, y cuando digo antes, me refiero a siempre; he llegado a la conclusión de que todas mis relaciones anteriores no me daban lo que yo necesitaba, ni yo amaba de verdad, como ahora, lo cual hace que me plantee: ¿por qué ella y no otra?.

En un principio, pensé que ya había encontrado la madurez suficiente para no seguir engañándome, o que ya había superado el miedo al qué dirán,... Manejaba mil teorías, pero lo cierto es que ella ha sabido hacerme ver cómo soy, y ha logrado que me comporte así; claro que esto es posible gracias a que ella es como es, y también es conocedora de queh a ganado un hombre a su medida.

Al principio, todo son miedos y dudas, porque la teoría la sabemos todos, pero ponerlo en práctica no es fácil. Rrecuerdo que cuando tocábamos el tema, y yo le contaba mis pretensiones de pareja, ella solía responderme; ¿tú estas seguro de lo que me ofreces?, ¿realmente te crees capaz de conocerme?, ¿no saldrás corriendo cuando descubras lo que quiero de verdad? Esas preguntas resonaban en mi cabeza, y me generaban muchas dudas, ahora veo como, inteligentemente, ella me hizo ser como soy, supo esperar hasta que se dio cuenta de que iba en serio, aunque, entonces, eso a mí me desesperaba, esa calma tensa, en la que nada llegaba: gracias a eso, aumentaron mis ganas de entrega, y mi grado de convicción. 

El sexo para mí siempre fue una de las cosas principales en las relaciones, soy una persona muy activa sexualmente, y con la mente muy abierta, pero ella me fue quitando el sexo, gradualmente, hasta llegar a tener el sexo que ella quiere, el sexo ahora es simplemente dedicarme a complacerla, sin nada más a cambio que verla satisfecha: es la constatación de lo que soy y de que dependo completamente de ella. Desde que ella manda, ha aumentado el número de veces que practicamos el sexo, ella se ha liberado de la carga  de satisfacer mis apetencias, porque, en realidad, sólo necesita su placer, de igual manera, yo he comprendido que soy suyo y disfruto tanto como ella complaciéndola.

Estoy convencido de que he nacido para servirla, para complacerla en todo, y, si me apuran, diría que he nacido para ella: me levanto cada mañana esperando una orden suya, cada día es distinto, dependiendo de su ánimo, o de sus deseos; esa sensación de esclavitud no la cambio por nada, porque cuando te conviertes en un esclavo de tu mujer, ya nada anterior tiene sentido, porque realmente te das cuenta de que ella es muy superior y como tal debe ser tratada, es tu reina y tu objetivo diario es servirla un poco más que el día anterior. A más deseo de ser sometido, más deseo de dominación por su parte, llega el momento en que no hay dudas por ninguna parte, y las órdenes fluyen como una cosa normal, porque la obediencia es un acto normal en la pareja femdom, se está realizando naturalmente, sin reparos ni arrepentimientos. Entonces es cuando puedes decir que lo estáis consiguiendo.

Con este tipo de relación, he conseguido aclarar mi mente y he aprendido a comprender más todo tipo de parejas, también a valorar más, si cabe, a las mujeres, he comprendido que cada uno tiene un sitio en la vida, que todo vale, siempre que sea lo que realmente uno desea, y sobre todo he encontrado la media naranja que siempre he deseado, la única mujer, que, con su manera de ser, me puede hacer feliz. Espero que ella sienta lo mismo, si así fuera, me atrevería a decir esa frase tan popular, "hasta que la muerte nos separe".




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